Guy Delisle es un historietista canadiense que, a pesar de haber trabajado durante años en diferentes estudios de animación, se ha hecho famoso gracias a sus novelas gráficas.
Su mujer es miembro de Médicos sin fronteras y suele acompañarla allá donde la destinan. De esos viajes es de donde han nacido algunas de sus mejores obras: Crónicas de Jerusalén, Pyong Yang o Crónicas Birmanas, reportajes tragicómicos de su experiencia en esos lugares en los que nos narra la vida cotidiana y los constantes malentendidos y situaciones absurdas en las que, a menudo, se ve envuelto.
Sin olvidarme del resto de sus obras (Shenzen o la divertidísima serie Guía del mal padre, por citar algunas), diría que Crónicas de Jerusalén es su mejor trabajo o, al menos, el que más me gusta a mí y que considero más acertado para acercarnos a su mundo. Con una gran dosis de humor y desde su visión personal, Delisle nos muestra la realidad cotidiana del conflicto árabe-israelí que asola Palestina desde hace décadas y, a modo de denuncia, nos hace partícipes de lo absurdo y lo trágico de muchas situaciones que viven en su día a día los habitantes de Jerusalén, epicentro del conflicto.
Su última obra, Crónicas de juventud, es también la más personal. De manera divertida e íntima, Delisle nos narra los veranos que estuvo trabajando en la fábrica de papel de Quebec, en la que su padre era empleado, antes de comenzar sus estudios superiores y dedicarse al mundo de la animación y la historieta. Seremos testigos de la relación con su padre y el fin de la adolescencia de una manera fresca y con el inconfundible estilo narrativo del autor.
Guy Delisle, un autor a seguir y del que siempre espero con ganas su próxima obra que, aquí en nuestro país, nos trae la editorial Astiberri.
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