Mi primer
acercamiento a Guy Delisle fue con Guía
del mal padre y la verdad sea dicha, no pude reírme más con las ocurrencias
de este canadiense. Pero todo eran buenas
críticas a su trabajo más, digamos, "serio", así que me puse manos a
la obra y decidí comenzar con este Crónicas
de Jerusalén porque el tema del conflicto palestino siempre me ha
interesado/indignado y me apetecía leer un cómic sobre el tema.
Tochal de calidad de más de 300 págs. publicado en 2011 por Astiberri.
Guy
Delisle, está casado con una miembro de Médicos sin fronteras y acompaña a su
mujer allá donde la destinan para trabajar, en este caso, tocó Palestina y de sus vivencias allí, nace esta obra.
No
olvidemos, que debido a esta situación, han nacido algunas de las mejores obras
de Delisle según la crítica: Crónicas birmanas o Shenzhen, que pienso ponerme a
leer inmediatamente.
Humor y situaciones absurdas a diario
Desde un
primer momento, vemos la intención del autor de impregnar de humor las
situaciones cotidianas que vive en su día a día de muro, checkpoints, atascos, sabbats, domingos, viernes de oración y todo
tipo de situaciones absurdas (motivadas al 100% por el conflicto político-religioso)
que le tocan vivir, aunque poco a poco, el humor se va haciendo a un lado (sin
abandonarlo del todo) y la crítica va asumiendo el papel protagonista. Eso sí, como
podemos ver en el cómic, no todo es blanco y negro o culpable-inocente en este
conflicto; casi todo se diluye y acabamos contemplando una gran escala de
grises.
Días sagrados, patriarcas y hipsters gentrificadores.
He leído
críticas calificando esta obra de visión fallida del conflicto
palestino-israelí y en mi opinión, nada más lejos de la realidad: es la visión
personal del autor y si bien toma partido del lado palestino (como es natural,
visto lo visto) si alguien quiere un visión más general o más en profundidad,
hay una más que extensa bibliografía al respecto disponible en cualquier
librería.
¿Qué tendrá Tel Aviv...?
En el
apartado gráfico, encontramos al mismo Delisle de siempre: simplicidad en las
líneas y personajes pero prestando una especial atención, al menos en este
caso, a los "decorados" o paisajes, que elabora un poco más. Además,
usa el color aunque de manera sucinta, por primera vez en su obra.
En
definitiva, una obra muy entretenida, en clave de humor, pero también con un
lado comprometido y que hace que, involuntariamente, te veas de alguna manera involucrado en la situación actual del conflicto.