Los eternos, una de las grandes creaciones del Rey Kirby, nunca han sido unos personajes especialmente populares, de hecho, apenas cuentan con unos 50 ó 60 números entre miniseries y apariciones en otras colecciones aunque con el tiempo han llegado a convertirse (tanto ellos como su mitología) en piedras angulares del Universo Marvel. Fijaos en Los celestiales si no.
El hecho es que tras llevarse un tiempo desaparecidos del panorama comiquero, el nuevo estreno del MCU ha hecho que vuelvan a saltar a la palestra y, tras las sorprendentes revelaciones en la colección de Los vengadores guionizada por Jason Aaron, es el británico Kieron Gillen el encargado de revitalizar a este inusual grupo de ¿superhéroes?
Proteger a los Celestiales. Proteger a la Máquina. Corregir el exceso de desviación. Esas son las tres directrices de Los eternos que, al estilo de las leyes de la robótica de Asimov, se ven impelidos a cumplir y su voluntad queda totalmente anulada. Esta fue la revelación que condujo a la locura y al vacío existencial a Los eternos en la colección de los héroes más poderosos de La Tierra y la premisa de la que parte esta nueva andadura con Gillen y Ribic.
Los eternos resucitan por enésima vez (ya sabemos que no son humanos, ni dioses ni nada que se le parezca) para descubrir que Zuras ha sido asesinado y todo apunta a, sí, nuestro titán loco favorito tras su (también) enésima resurrección: Thanos.
En definitiva, una historia dirigida tanto al lector “de
siempre” como al lector casual que se acerca al cómic tras ver la película o
incluso antes de verla para ir “estudiao”.