Tercera adaptación de los relatos de Lovecraft que leo en los últimos meses y tercera adaptación que he disfrutado y que me ha dejado un muy buen sabor de boca. Tras Las montañas de la locura de Gou Tanabe, publicada por Planeta; y H. P. Lovecraft: Kadath que nos trajo Diábolo (y que reseñaré por aquí en breve), Dolmen publicó en julio esta versión de los latinomericanos Saracino y López Rubio, y como buen fan de Lovecraft que soy, allá que fui a por ella.
El relato original se publicó a principios de los años 20 del siglo XX (y esta adaptación en 2018) y realmente no gozó de gran aceptación (al propio Lovecraft tampoco le volvía loco ya que fue un relato por encargo) pero se convirtió en todo un clásico del género a partir de 1985 gracias la película de Stuart Gordon y sus secuelas. El relato cuenta la historia, muy deudora del Frankenstein de Shelley, del Doctor West, obsesionado por la vida más allá de la muerte y de cómo, mediante un suero de su propia invención, es capaz de traer de las garras del más allá a fallecidos recientes.
Aunque rechazado en los ámbitos universitario y científico, un joven discípulo se une a su cruzada resucitadora y juntos cometerán toda clase de atrocidades y salvajadas (¡siempre en pos de la ciencia!) para probar la viabilidad de sus tesis.
Aunque rechazado en los ámbitos universitario y científico, un joven discípulo se une a su cruzada resucitadora y juntos cometerán toda clase de atrocidades y salvajadas (¡siempre en pos de la ciencia!) para probar la viabilidad de sus tesis.
A lo largo de los seis capítulos que componen la obra, los autores nos muestran el descenso a la locura del doctor West y la inacción de su joven estudiante que, aunque horrorizado ante los desmanes de su mentor, tampoco hace nada por detenerlo y poner un poco de cordura en todo el asunto.
El buen doctor con sus juguetes
En cuanto a la obra, mencionar que es bastante fiel al relato original: respeta su estructura narrativa, la trama, los personajes y el final, añadiendo diálogos y alterando alguna situación de manera mínima para hacer la trama más fresca y actual. Muy buena la labor de adaptación del bonaerense Gustavo Saracino.
En el apartado gráfico, el estilo del chileno Rodrigo López Rubio funciona a las mil maravillas: un blanco y negro que se me antoja entre deudor de Breccia y de esos grabados de época victoriana pero con toques caricaturescos.
Un tándem que funciona perfectamente.
Homenajes
Por último, añadir que la edición española es muy chula: tapa dura y papel muy adecuado para al blanco y negro a medio camino entre el satinado y el offset pero de menor gramaje y a un precio de 14,90€.
Como fanático de Lovecraft que soy, debo decir que he disfrutado muchísimo con esta adaptación que hará las delicias tanto de los habituales del autor como de los nuevos lectores que quieran acercarse al universo lovecratiano.
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