Seis episodios, un
anual y un número que debería haber aparecido en la serie regular pero que lo
hizo en Marvel Fanfare, a eso se reduce la o0bra que pasamos a recomendar a
continuación.
Nos referimos al
Hulk de, efectivamente, uno de los iconos de este grupo de aficionados, John
Byrne, una obra no exenta de polémica en cuanto a su calidad en el mundo del
cómic, considerada por muchos como una obra menor que, en los ochenta solo
generaba obras mayores, la que siempre se nos olvida citar cuando recitamos de
corrido sus logros en este mundo del noveno arte.
Así que, esta
recomendación puede servir perfectamente de reivindicación de esta obra, ya que
si sus 4 F, SU Alpha Flight, su Superman, su Hulka, y tantos y tantos ejemplos
más han ascendido al Olimpo del cómic, este Hulk tan efímero, tan desconocido a
veces, no deja de ser su creación, y su sello, tan reconocible se percibe, no,
no se percibe, te domina desde la primera página.

Siguiendo las
huellas de ese sello nos encontramos con el reinicio del personaje, o su
reinvención, que siempre, SIEMPRE, ha sabido dominar como pocos (sí, sí, ya sé,
estáis pensando en Namor y su paso de hibrido a mutante, pero tengamos la mente
abierta y concedámosle cuartelillo, es John Byrne), acción a raudales desde la
primera página, pero no una mera acción por el hecho en si, no, acción fruto de
un guión trabajado dentro de un plan perfectamente definido, un compás que nos
lleva al siguiente de una forma inadvertida, sencilla y cuidada, desarollo de
una galería de secundarios (marca de fábrica) siempre perfectamente
caracterizados, en pocos trazos y viñetas, pero que, sin darte apenas cuenta,
otra vez sus acordes, se vuelven necesarios, importantes, vitales,
imprescindibles, entrañables, la innovación dentro del clasicismo, el
entretenimiento puro, ése es su sello, eso es John Byrne.

Y todo esto se
encuentra en esta obra u obrita (por su corta extensión) del año 1985, en pleno
apogeo de los 4 Fantásticos, de su INCONMENSURABLE Alpha Flight, que nos deja
momentos en el recuerdo como esa pelea de Hulk con los pesos pesados del
Universo Marvel en el número 316, de nuevo el clasicismo que nos transporta a
otros tiempos de correos de lectores en los que se disputaba si La Cosa o Hulk
era el más fuerte, o Iron Man o quien fuese, para pasar a continuación a un
episodio de cientifismo loco, que aquello no tenía ni pies ni cabeza, pero ¿qué
coño?, ene l fondo daba igual, porque John, nuestro John, tenía la capacidad de
dar verosimilitud a lo que nos contaba y eso era más que suficiente y cuando te
preguntabas a qué horrible amenaza iban a enfrentar a Hulk……, aparecían los
Hulkbusters, y lo volvías a flipar, pero eran un grupo de tíos y tías duros,
con máquinas y equipos gigantes, con muchas armas y mucha munición y mucha mala
leche, y al frente estaba Bruce Banner y lo volvías a flipar, a nadie se le
había ocurrido eso, pero es que estamos hablando de John.
Y también había
viñetas impactantes, claro que había, y la más impactante la primera página del
número 314, la primera imagen del primer número dibujado por Byrne, dónde ya
vemos la idea de Hulk que nos quiere transmitir, una masa, LA MASA, de
músculos, nervios, tendones, pero también salvaje, brutal, animal como hacía
muchísimo que no lo habíamos visto, no es un superhéroe, es Hulk y Hulk,
aplasta.
Etapa muy cortita,
excesivamente corta, que fue prematuramente cortada por desavenencias con los
editores, como SIEMPRE en el caso de John, en este caso por sus intentos de
innovaciones gráficas, aunque el motivo es lo de menos, pero que nos dejó, como
SIEMPRE, con ganas de más, porque de John en esos años, SIEMPRE queríamos más.
En fin, una obra a
la que merece la pena acercarse, leerla, volverla a leer, ir un poco más allá
de una primera impresión y que, gracias a una reciente edición de Panini
Cómics, nos encontramos a mano y a buen precio, apenas tiene un par de meses de
vida en el mercado al escribir estas líneas, con lo que, si me aceptáis un
consejo, NO la dejéis escapar.